Último día
en el hospital: ayer me dijeron que me iban a dar el alta por la mañana y así
ha sido, ya me lo han dado y posiblemente después de comer nos vayamos ya para
Puente Genil para poder reunirme con mis perros, mi hermano y mi tío, que,
después de diez días que llevo aquí los echaba ya de menos.
También
escribo este mini diario de despedida para quitarme el mosqueo que tengo
acumulado: primero me trajeron para acá el día de las cabalgatas de reyes que,
ya para empezar no me había embolsado tanto como el año pasado, después cuando
llegué estaba muerto de sueño y recuerdo que antes de dormir miré el reloj y
eran más o menos las dos menos veinte o algo así y encima no pude dormir bien
por la almohada que era demasiado tierna y cuando ponía mi cabeza se aplastaba
y así todas las noches.
Las noches
en la UCI eran las peores porque con tantas enfermeras, doctores, este, el otro
y el de la moto para arriba y para abajo hacían mucho ruido.
Luego están
las noches en la planta que sí, más tranquilo pero tampoco me hacían ninguna
gracia.
Desde antes de ayer he estado con una compañera en la habitación doscientos catorce y he estado
más o menos entretenido hablando y conversando con ella; es muy simpática y
divertida.
Ahora, para
finalizar mi quedada en el hospital, me tienen que hacer una prueba en los
ojos; todavía no sabemos qué prueba me harán, pero vamos, que ya me da igual
todo, mientras que me den el alta estoy feliz.
Mi lema para este caso de situaciones es “quien la
sigue la consigue” y en cierto modo, es verdad porque yo he seguido la idea de
que algún día me dieran el alta y así ha sido. En fin, adiós Reina Sofía J
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