Día 6 de noviembre, hora 6:00 de la mañana, mis nervios
empezaban a absolverme, comenzaba mi viaje para mi ingreso en el Hospital
“Reina Sofía” en Córdoba.
Y pensaréis … normal
que tenga nervios ¡¡Ingresa en el Hospital!!. Pero mis nervios no eran por eso,
eran por “MIS DEBERES” chan, chan, chan y más cuando eran problemas de
matemáticas.
Hora 9:00 de la mañana, la enfermera me ha cogido una vía
¡¡Por Dios, con lo que eso duele!! pues yo ni me enteré, seguía pensando en
esos deberes y sobre todo en el genio de mi madre cuando me equivoco en los
problemas.
Ya me estaba descomponiendo y empezaban mis rayos de barriga.
Cuando nos aposentamos en la habitación entro un hombre con
su bata blanca, pensé que era otro médico, Cuál fue la sorpresa, mis plegarias
podían dar resultados. Le conté mi
problema con las matemáticas y me dijo
que fuera con él. Llegamos a una sala
enorme y chulísima con: ordenadores libros de lectura y de texto y materiales
para pasarlo muy bien. Al entrar vi a todos los niños y niñas sonriendo y
trabajando muy contentos.
Cuando nos sentamos en la mesa redonda, saqué mis deberes y
en ese instante empezó una gran tormenta “rayos, truenos”. Mis deberes ya
estaban allí encima de la mesa. El profesor sacó su varita mágica (bolígrafo
bic azul) y su folio solucionador problemático y allí y en ese mismo instante y
momento escribió la fórmula secreta… Los truenos y rayos empezaron a
desaparecer.
Todos los problemas de matemáticas eran facilísimos gracias
a esa fórmula mágica, fue increíble.
Resolví todos los problemas y desde entonces, cada vez que
ingreso en el Hospital “Reina Sofía”, estoy feliz porque vuelvo al “AULA
MÁGICA” DONDE LOS PROBLEMAS SON DIVERTIDOS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario